Nuestro cuerpo está compuesto aproximadamente por un 70% de agua, y por tanto, el agua es un elemento indispensable para vivir.
Las funciones del agua en nuestro organismo son:
- Regular la temperatura corporal a través del sudor.
- Participar en la digestión de los alimentos disolviendo los nutrientes.
- Transportar las sustancias dentro y fuera de las células, posibilitando la eliminación de las sustancias de desecho.
- Regular la tensión arterial.
La cantidad de agua que necesita nuestro cuerpo depende de:
- Las condiciones ambientales como la temperatura y la humedad.
- La cantidad de comida ingerida.
- El tipo de comida ingerida.
- La actividad física.
Necesitas que haya un equilibrio entre el aporte de agua a tu organismo y las pérdidas de agua que se producen a través del sudor, la orina, las heces y la respiración. Por eso, es recomendable reponer diariamente de 2 a 2’5 litros de agua. Esto no significa que tengas que beber casa día tal cantidad de agua.
El aporte de agua la puedes realizar de diferentes formas:
- A través del consumo de los alimentos. Por cada kilocaloría ingerida se precisa de 1 a 1’5 ml de agua.
- A través del consumo de las bebidas.
- A través del metabolismo de los nutrientes, que fabrica internamente de 300 a 350 ml de agua.
Dependiendo el tipo de alimentación que sigas, los alimentos sólidos y líquidos pueden contener de 500 ml a 1 litro de agua. Los alimentos que más agua contienen son las frutas y verduras, alrededor de un 85%.
Lo que debes tener muy claro es que en el momento que tengas sed, debes beber agua para no deshidratarte y perjudicar tu salud. Si la deshidratación es severa puede ocasionar la muerte.
Todo hay que tomarlo en su justa medida, porque beber demasiada agua también puede dañarte al producirse pérdidas de sodio y dar lugar a una «hiponatremia» con graves consecuencias que puede poner en riesgo tu vida.
Otro dato a tener en cuenta es qué tipo de agua que tomas.
El agua suele estar contaminada con sustancias químicas como los nitratos y nitritos, los fosfatos, el aluminio, el arsénico, el boro, el uranio, el cloro, el flúor, el ácido sulfúrico, pesticidas, plaguicidas, fármacos, purinas y los hidrocarburos.
En los tratamientos de potabilización, para desinfectar el agua, se utiliza el cloro, sales de aluminio, el ozono y el flúor.
El agua clorada se relaciona con la incidencia de tumores de colon y vejiga según los estudios realizados. Con respecto al agua fluorada también existen evidencias de su relación con la aparición de cáncer de tiroides y de hígado.
Para mitigar la presencia de contaminantes en el agua, es conveniente la utilización de filtros como:
- Filtros de carbono que filtran el cloro, pesticidas, herbicidas, fármacos, el benceno, los trihalometanos (THM) y los policlorobifenilos (PCB).
- Filtros de ósmosis inversa que además de filtrar las mismas sustancias que los filtros de carbono, también filtran los metales pesados, las microalgas, las bacterias, los hongos y el moho.
En un mundo sostenible y si te preocupa el medio ambiente, no es aconsejable el agua embotellada porque genera mucho plástico. Además, ese mismo plástico puede contaminar el agua con bisfenol A que es una sustancia cancerígena. Solo las botellas de plástico que tengan el símbolo PET evitarían ese riesgo.
Es importante leer bien las etiquetas. No todas las aguas envasadas son de manantial. Muchas son simplemente agua potabilizada y envasada. Es conveniente que si compras agua envasada, sea de mineralización débil porque es mejor para tu salud, especialmente para tus riñones si padeces de cálculos renales.
