El coste de la Navidad

Ya hemos entrado en el preludio de las fiestas de Navidad y hay ciertos aspectos a los que deberíamos prestar un poco de atención.

La Navidad es una de las épocas del año más bonita por el significado que tiene. Seas o no seas religioso, el caso es que en estas fechas se suelen reunir las familias y dejar atrás los malos momentos para dar paso al amor y la armonía. Debería ser siempre así, pero si gracias a la Navidad conseguimos hacerlo, pues bienvenida sea.

Pero la Navidad tiene otra cara, que no es buena ni sostenible para nuestra madre tierra. 

Adornamos las ciudades con miles de luces que alegran las calles. ¿Te has parado a pensar un momento lo que eso significa? Estas luces navideñas consumen muchísima energía eléctrica, generando un aumento en la emisión de dióxido de carbono (CO2), que es el mayor responsable del cambio climático. ¿Y porqué sucede esto? Pues resulta que la mitad de la electricidad que consumimos se genera con la combustión de sedimentos fósiles como el carbón y el petróleo, y consecuentemente se emite un exceso de CO2.

Por si no fuera poco, muchas de las bombillas del alumbrado contienen metales tóxicos como el mercurio, que no son reciclados correctamente y al final perjudican a los seres vivos.

Una manera de ahorrar energía eléctrica sería acortar el período de alumbrado navideño. Actualmente suele alargarse a un mes y medio, cuando las fiestas solo ocupan menos de un mes, del 13 de diciembre, día de Santa Lucia  al 6 de enero que se celebran los Reyes Magos.

También es recomendable que cambien las bombillas que utilizan por las de bajo consumo, ya que aún hay muchos ayuntamientos que no las han sustituido.

Sobre este punto, habría que hacer una propuesta a los ayuntamientos sobre el gasto en electricidad. Si se gestionara bien, el dinero que ahora gastan sin necesidad, estaría mejor empleado en comedores y albergues sociales para dar cobijo y alimento a todas aquellas personas que lo necesiten en las noches frías de la Navidad.

Los que gobiernan los ayuntamientos son una parte del problema, pero los ciudadanos también. Hace ya unos años que se ha puesto de moda adornar las barandas de terrazas y balcones con luces. Pienso que es un contrasentido, porque ni siquiera lo disfruta el que lo coloca, ya que está fuera de la vivienda y con la temperatura de invierno, estos balcones están cerrados. Como mucho las pueden ver los peatones que se les ocurre mirar hacia arriba.

La excesiva iluminación de nuestras ciudades también repercute en la fauna, ya que desequilibra su comportamiento natural, sobre todo a los animales de hábitos nocturnos. También se ven afectadas las plantas, ya que ellas reaccionan a la luz y les crea confusión, lo que a su vez, repercute en los insectos que dependen de las plantas.

Los observatorios astronómicos también ven perjudicada su labor, ya que el exceso de luz impide una correcta visión del cielo nocturno resultando más difícil su estudio.

Otro factor que compromete la salud del planeta es el consumo excesivo. Y este consumo excesivo implica que debemos movilizarnos para hacer las compras, lo cual provoca un mayor uso del transporte. 

El transporte emite gases de efecto invernadero que como decía antes, proviene del combustible. Además, también se produce la contaminación acústica que provoca el tráfico con el ruido de motores y claxons, que repercute negativamente en la salud, al soportar niveles altos de luces y ruido durante largo tiempo que nos genera estrés.

También queremos adornar las casas, y compramos un estupendo árbol de Navidad, gran negocio. El problema es qué hacer con el arbolito al final de las fiestas. Hay varias soluciones al respecto pero ¿cuántos árboles de Navidad vemos abandonados en la vía pública?

Este alto consumo también produce cantidad de residuos que hay que gestionar bien. Producimos miles de paquetes con sus respectivos envoltorios de regalo. Y gran cantidad de comida que elaboramos como si nos fuese la vida en ello, que al fin y al cabo, somos incapaces de comer tanta comida, y mucha acaba en la basura. ¿Realmente somos conscientes de la cantidad de gente que no tiene acceso a una alimentación básica y tu la estás derrochando?

Como conclusión quiero darte algunos «tips» para que entre todos hagamos que la Navidad sea más sostenible:

• Opta por bombillas de bajo consumo.
• Procura ir paseando a hacer tus compras o en transporte público.
• No compres árboles naturales ni adornos navideños. En internet hay muchos tutoriales sobre cómo hacer un árbol de Navidad con materiales que tienes por casa mientras pasas un rato divertido haciendo tus adornos más originales.
• Te facilito un link para realizar un árbol de Navidad y otro link para realizar adornos navideños.
• Si al final decides comprar el árbol natural, deposítalo en los puntos estratégicos que coloca cada ayuntamiento para su posterior reciclaje.
• Recicla cada material en su contenedor correspondiente: papeles de regalo, botellas de vidrio del cava y el vino, cartones de las cajas de regalo, etc.
• Si encuentras el contenedor lleno, avisa por teléfono para notificarlo al ayuntamiento. En los contenedores aparece el número.
• Elabora un menú acorde a la cantidad de comensales y haz una lista de la compra para no caer en el exceso.
• Procura comprar los alimentos locales y sin envasar para no generar más residuos.
• Lleva tus bolsas de la compra para evitar usar las bolsas de plástico del súper.
• Si sobra comida, gestiónala bien congelándola en «tuppers» o repartiendo entre tus invitados. Como suele ser la familia, ellos te lo agradecerán y evitarás que acabe en la basura.

Tómate cinco minutos para reflexionar en cómo puedes colaborar para mejorar el medio ambiente a nivel personal. Cualquier pequeño gesto es muy importante. Un gesto de cada uno produce un gran cambio.